De acuerdo con una recopilación de datos hecho por la Dra. Karolyn A. Gazella en su artículo del mismo título en Natural Medicine Journal (agosto 2019), han surgido evidencias más contundentes sobre el rápido cambio climático. Para 2040, según expresan los hallazgos plasmados en el artículo, estaremos experimentando eventos climáticos extremos, mayor aumento en el nivel del mar, extinción de muchas especies y una reducción considerable de comida, aunque ya se están viviendo matices de esta contundente realidad.
En ocasiones, el sentido de urgencia transforma el cambio climático en una crisis climática, por los eventos sin precedentes que están afectando la capacidad de acarreo de la Tierra. Una producción reducida de alimentos se estimó para 2014 en 2% por década, mientras que la demanda aumentará en un 14%. Del mismo modo, hay gran evidencia de que el contenido de nutrientes en la comida también decrecerá. Antes del 2015, estudios sugerían sobre el impacto de los gases de invernadero en el contenido de nutrientes por medio de estudios hechos sobre sistemas artificiales. Sin embargo, nueva tecnología de monitoreo de datos, conocida como Enriquecimiento de Dióxido de Carbono en Aire Libre (FACE, por sus siglas en inglés) ha demostrado que niveles elevados de CO2 condujeron a reducciones en cinc, hierro, y en concentraciones de proteínas en varios alimentos. Esto a su vez que muestra altas concentraciones de carbohidratos y reducciones en contenido de proteínas y minerales.
De acuerdo con una investigación de 2018 por Ebi y Ziska y citadas por Gazella, cantidades reducidas de hierro y cinc traen en consecuencia ¨una carga mayor de enfermedades infecciosas, diarrea y anemia¨. Esto lo hicieron usando la tecnología FACE en plantaciones de arroz, que es base alimentaria para mas de 2 billones de personas a nivel mundial. Ellos pudieron observar decrecimiento en proteínas, hierro, cinc, pero también B1, B2, B5 y ácido fólico.
Otro aspecto importante sobre la calidad de la comida es que también influye en la cantidad de la misma. Se ha observado que el rendimiento de los cultivos ha disminuido a medida que los suelos han empobrecido en nutrientes, contribuyendo menos al crecimiento y más a la desertificación de los terrenos. Por esta y muchas razones, análisis clínicos sobre el estatus de micronutrientes en pacientes es necesario para ver en qué medida nuestra alimentación es factor contribuyente a desórdenes multisistémicos.
La agencia federal de protección ambiental (US EPA) nos recuerda que hay muchas maneras de reducir las emisiones de CO2:
· Reemplazar con frecuencia bombillos y sistemas de iluminación por unos más brillantes y costoeficaces
· Comprar productos etiquetados como ¨Energy Star¨
· Reducir, reusar y reciclar
· No desperdiciar papel
· Hacer composta en toda medida posible
· Regar la voz
La autora también señala otras alternativas, como:
· Hacer más ciclismo y caminatas
· Uso de transportación pública
· ¨Carpooling¨
· Adquirir un vehículo eficiente en energía
· Evitar mantener el vehículo encendido y detenido
· Mantener la presión adecuada en neumáticos
Adicional a los que señala la autora en su artículo, se puede considerar otros aspectos para reducir CO2:
· Reemplazo de fuentes renovables de energía
· Construcción de casas con materiales reciclados, en la medida que sea posible
· Uso de techos más altos en las casas con ventanas más amplias para reducir el consumo de luz
Para más información o para lectura detallada del artículo publicado por Karolyn A. Gazella, favor de acceder el siguiente enlace: https://www.naturalmedicinejournal.com/journal/2019-08/climate-change-and-food-quality
Autor: David Nachi, estudiante 4to año
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